martes, 14 de diciembre de 2010


 EL MUNDO DE LOS MUERTOS


*El culto a los muertos.


Para los antiguos egipcios, la muerte no era el término de todo, sino solo la transición a otro modo de existencia en la que esperaban seguir viviendo. Pero también la continuidad de la existencia en la tumba estaba amenazada por una segunda muerte, que significaba el aniquilamiento definitivo.
Para evitarlo se necesitaba un sepelio efectuado de acuerdo al ritual y el suministro de alimentos, bebidas y utensilios de la vida corriente. En consecuencia, los muertos deben ser cuidados por los vivo, misión que correspondía ante todo al hijo mayor del difunto. Pero como los recursos y las posibilidades del hijo y de la demás familia no siempre eran suficientes, se solía disponer en el testamento que el producto de determinados terrenos se destinara al aprovechamiento del muerto. También se designaba a un sacerdote especializado en el culto funerario.
Se le solía atribuir una virtud mágica a las representaciones de las ofrendas: mientras se conservaban, garantizarían la vida futura del difunto. Creían los antiguos egipcios que si se lastimaban o destruían dichas representaciones plásticas, también se perjudicaba al ka, la fuerza vital creadora del hombre, que le sobrevive.
La idea del más allá influyó también sobre las ceremonias de la inhumación. Para que las eternas fuerzas vitales conservaran su efectividad en el mundo de las cosas materiales, el primer deber era el de asegurar al cadáver una consistencia lo más inmutable posible. En el transcurso del cuarto milenio, los muertos eran envueltos en pieles de cabra en posición acuclillada y, sin ninguna preparación, depositados en el suelo seco y salobre del desierto. Las superficiales fosas de arena favorecían la desecación y, por tanto, la conservación de los cuerpos.
Ya en esta época histórica se empezó a envolver los cadáveres con tiras de tela, enterrarlos en sepulcros de ladrillo y depositarlos en féretros de piedra o de madera. Esto dio un resultado contrario al que se esperaba: los cadáveres se descomponían. Por eso, tiempo después, se extrajeron del cuerpo todas las partes blandas y se guardaron en cuatro urnas, llamadas canopes, en cuyas tapas estaban representadas las cabezas de los 4 hijos de Horus. El cuerpo así preparado se metía en sosa, que absorbía los líquidos del mismo.



Culto a los muertos

*El embalsamamiento


 Los investigadores están de acuerdo en cifrar en 70 días el tiempo necesario para el embalsamamiento. Transcurrido ese lapso, se envolvía el cuerpo con tiras de tela de lino, de varios centenares de metros. Para hacerlas más adherentes, se untaban con goma. En la época de las pirámides, el rostro, una vez atado con las tiras, se rociaba con yeso desleído, con lo cual se obtenía una reproducción de las facciones; esto facilitaba al ka, tras su viaje por los espacios, reconocer el cuerpo al que pertenecía. La misma finalidad de identificación tenía las estatuas y bustos de tamaño natural, las llamadas cabezas de recambio.


El embalsamamiento lo llevaban a cabo hombres especializados, profesionales de este arte, pues se requería una gran habilidad y técnica. El procedimiento no era siempre el mismo; dependía del precio que los deudos del difunto estaban dispuestos a pagar. Finalmente el cadáver ya envuelto, se ataba de nuevo con fajas más anchas para darle mayor consistencia. Todos los tejidos se impregnaban de un aceite esencial fino. Entre las fajas se intercalaban amuletos, piedras finas y oro.
En los centros de embalsamamiento actuaban también sacerdotes, puesto que la momificación se efectuaba según los ritos mágicos con que Isis había resucitado a su esposo Osiris. Los sacerdotes seguían cada una de las operaciones, leyendo en voz alta los correspondientes textos de ritual. El embalsamamiento se resumía en las palabras: “Vivirás de nuevo, vivirás eternamente.”
La clase de momificación que hemos descrito resultaba muy costosa, y solo los ricos podían permitírsela. Los cadáveres de los pobres eran sometidos a un baño de sosa; luego, envueltos en una burda tela, eran enterrados en las arenas del desierto o en tumbas colectivas.

*La inhumación

 
Terminada la operación del embalsamamiento, a los 70 días poco más o menos, los parientes se llevaban a la momia a su casa. Las plañideras que practicaban esta actividad como profesión, se reunían en el domicilio del difunto, prorrumpían a llorar a voz en grito y se esparcían cenizas sobre el cuerpo. Entretanto se organizaba la comitiva. El féretro era colocado sobre un catafalco y conducido a la orilla Oeste del Nilo. Al mismo tiempo se transportaban las ofrendas funerarias, por medio de un grupo de criados.
A todo esto había que añadir los canopes, las estatuas-retrato y los adornos. En la orilla Oeste, el cadáver se cargaba sobre un trineo tirado por bueyes, y toda la comitiva se dirigía al lugar de la sepultura; allí los sacerdotes procedían a la apertura de la boca de la momia, colocada en posición vertical. La operación constaba de muchas ceremonias, y tenía por misión devolverle la fuerza vital al muerto. Los enmudecidos labios debían abrirse, hablar y estar en condiciones de recibir comida y bebida. “¡Horus te abre la boca; te da ojos para ver, oídos para oír, pies para caminar, manos para obrar!”. Luego, la esposa del muerto se despedía de él llorando; arrodillada ante el sarcófago y lo rodeaba con sus brazos. A continuación, el féretro bajaba a la sepultura, se colocaba en el arca rectangular de piedra y se cerraba con la pesada cubierta, también de piedra. Junto al sarcófago se dejaban la caja de los canopes, los relicarios con las figurillas de uschebti y provisiones de boca para el difunto. El ajuar funerario se distribuía en los aposentos de igual modo que lo estuvo en la morada terrena. Finalmente, los obreros tapiaban la entrada de la tumba, y la solemnidad cerraba con el banquete fúnebre de ritual.

*Las tumbas




 
La forma de las sepulturas cambio a lo largo de los siglos. Las tumbas reales más antiguas eran simples fosas rectangulares, con paredes de ladrillo y una cubierta de madera sostenida por postes. La creencia en la continuación de la vida después de la muerte condujo a su ampliación: las cámaras se fueron yuxtaponiendo. Al llegar a la edad madura, el egipcio se preocupaba de la construcción de su sepultura.
Cuando disponía de los recursos necesarios, se erigía una “morada perpetua”, es decir, una casa para la eternidad; cuidaba de dotarla de todos los elementos necesarios, asistía a la talla de su sarcófago, de piedra o de madera y trataba de disponer con el cuidado más minucioso, todo aquello que tenía relación con el mantenimiento de la tumba y su culto.
Las casas egipcias eran de materiales de escasa solidez: adobes y entramado. Las sepulturas, son como los templos, moradas de dioses y se construyen en piedra con miras a darles una duración indefinida.

*La mastaba
Los nobles disponían sus sepulturas particulares, las mastabas, en torno a las pirámides, eran de piedra o de ladrillo y constaban de dos partes separadas: la cámara mortuoria, en el fondo de un profundo pozo, y la fábrica externa. Una vez depositado el muerto en la cámara mortuoria, se tapiaba la entrada a ella y se cegaba el pozo. La parte accesible encerraba cámaras y pasadizos y servía a los familiares para el rezo de las oraciones y almacén de los manjares y bebidas. Según la creencia popular, el difunto tenía acceso al recinto de los sacrificios por una puerta “puerta simulada”, loza de piedra empotrada en la pared.
    


Las paredes estaban adornadas con inscripciones, imágenes y escenas familiares descriptivas de la añorada existencia anterior; pintadas o labradas a cincel, aparecían esparcidas por todas partes. De este modo el abandonado mundo terrenal era transportado al reino de ultratumba, con lo cual se mitigaba el dolor de la despedida. En aquellas suntuosas tumbas se fusionaban el mundo de acá y el mundo de allá, la muerte se transformaba en pura ilusión.

*La tumba de Najt


Aparte las sepulturas de los faraones, en el Valle de los Reyes había también otras destinadas a los dignatarios y altos funcionarios, sus cámaras estaban adornadas con relieves y pinturas relativas a la vida de sus dueños. Nos limitaremos a mencionar la de Najt, alto empleado público durante el reinado de Tutmosis IV. La tumba, aunque pequeña, es digna de ser visitada, por su gran número de magnificas pinturas.

*Las sepulturas comunes
Otro tipo corriente de sepulturas fueron las catacumbas comunales, destinadas a las clases pobres. En ellas, las momias, envueltas en tosca tela, se cubrían con un poco de arena, y encima se depositaban otros cadáveres, apilados desde el suelo hasta el techo, como en un almacén. La momia de la persona que no podía pagarse un puesto en el cementerio comunal, era enterrada en las arenas del desierto, entre piadosas oraciones; aquellas arenas la resguardaban de una rápida descomposición. De esta forma, incluso las más miserables podían albergar la esperanza de participar un día en la bienaventuranza del “Ocaso”.

*El juicio de los muertos


 
El egipcio estaba persuadido de que al llegar al mundo de ultratumba le esperaba una rigurosa prueba: dar cuenta de sus acciones. Después de la muerte, el hombre sigue viviendo y sus actos se acumulan junto a él. El que se presenta sin pecado ante los jueces de los muertos, será como un dios y avanzara libremente como los señores de la eternidad.
Camino del más allá, el muerto llega a la sala de la verdad, donde actúa de juez Osiris, el dios que, a su vez fue despojado de la vida. Es ajeno a todo lo malo; por eso, cuantos habitan en su reino deben estar libres de pecado; 42 demonios, constituidos en acusadores del difunto, someten a éste a un severo interrogatorio. El dios Anubis sostiene las balanzas, y el dios Tot desempeña la función de secretario.
Los conceptos religiosos expuestos ante aquel tribunal revelan una notable profundidad ética. Así como antes, según la mentalidad egipcia, ni siquiera la muerte cambiaba nada en las desigualdades sociales, ahora según la nueva ética, solo el valor moral, independientemente del rango de la persona, decidía la forma de la vida futura.
Anubis, conduce al muerto ante el juez. Después de saludar a los dioses, aquél defiende su inocencia en una larga serie de sentencias negativas, que son respuestas a una especie de cuestionario: después de la auto defensa del muerto, se pasa al juicio propiamente dicho. Anubis, se dirige a la balanza inexorable e insobornable y coloca uno de los platillos el corazón del difunto, en forma de un pequeño recipiente, y en el otro, una pluma, símbolo de Maat, la diosa de la justicia celestial, o bien una figurita con una pluma de avestruz en la cabeza, que representa a dicha divinidad. Cuando las oscilaciones de la balanza han cesado, comprueba el equilibrio, y entonces Tot, que actúa como secretario, registra el resultado y declara, en su caso, que el hombre ha sufrido la prueba y se le ha hallado libre de culpa, con lo cual queda justificado, y Osiris le acoge en su reino de los muertos. En cambio, un monstruo de cabeza de cocodrilo acecha, para devorar, al que la balanza declare pecador. Para ello les servía el llamado Libro de los Muertos, compilación de textos formularios escritos sobre papiro. Se colocaba el libro entre las ligaduras del difunto, o bien se depositaba en el féretro.
Los uschebtis, o respondedores. Estos, cuando los muertos eran llamados al trabajo en la otra vida, debían “responder” por ellos, realizar su cometido.
Muchas veces pueden leerse en las figurillas, que tiene forma de momia la fórmula del libro de los muertos que explica la función específica del pequeño uschebti.

EL SACERDOCIO: LOS MISTERIOS Y LOS TEMPLOS


La Condición del sacerdocio egipcio varió con el transcurso de los siglos, ésta fue en todo momento independiente, y hubo periodos en los que, el dominio de los faraones peligró gravemente y fue dominado por los eclesiásticos, incluso los reyes intentaban periódicamente disminuir el poder del sacerdocio, nombrando a sus propios parientes como oficiales principales.
A los miembros individuales del sacerdocio se les daba el nombre de HEN NETER (siervo de Dios) o UAB (el puro). Los sacerdotes jefes poseían títulos distintivos, tales como KHORP HEMTIU (jefe de los artífices) o UR MA (el gran vidente). Los sacerdotes que presidían el ceremonial eran conocidos como KHERI-HEB.
Los deberes del sacerdocio eran arduos. Debían seguir un código muy severo y exigente en cuanto a la limpieza y la disciplina. Las purificaciones y las lustraciones se seguían sucesivamente, y la vestidura religiosa debía estar limpia e intachable. Ésta constaba únicamente de lino de los más puro y blanco. Las cabezas estaban rapadas y no llevaban nada en ellas.
 




Sacerdotes egipcios
La jornada de un sacerdote estaba bien planeada. Si éste estaba en servicio, se lavaba debidamente y recitaba los “sanctasanctórum” de pie ante el dios, presentando la imagen de MAAT, diosa de de la verdad. Parece ser que el sacerdote que oficiaba el ritual entero de las ofrendas, representaba a Horus, hijo de Osiris. El ritual está representado por el mito osiriano.
El resto del día se pasaba en meditación, en el estudio de varias artes y ciencias teóricas y manuales, y en realizar los oficios religiosos públicos. La noche también conllevaba deberes, ya que la purificación se realizaba pasada la medianoche.




http://www.youtube.com/watch?v=200HMqkN8MI 


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